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Cuando el enamoramiento se idealiza y te acabas obsesionando: ¿Estoy enamorado/a o no lo estoy?

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Foto pequePor Ana Villarrubia Mendiola.

Un problema frecuente, motivado a veces por el miedo que da el compromiso a partir de un cierto tiempo de relación de pareja, es cuestionarse de manera sistemática acerca de si uno está o deja de estar enamorado, algo que nos lleva a no disfrutar del tiempo en pareja y a aislar nuestra por culpa de pensamientos incómodos pero intrusivos.

Quiero ser muy sincera y empiezo por ser lo más realista posible: si nos ceñimos estrictamente a lo que significa  y a lo que implica “estar enamorado” entonces la clave fundamental para saber si lo estás o no lo estás es, precisamente, no tener que preguntártelo. Pero no nos quedemos en la superficie…

Esa primera fase del enamoramiento propiamente dicho en la que las hormonas revolotean y se te altera hasta la presión sanguínea con la simple idea de verle es reconocible en sí misma. Ahora bien, esto no dura mucho (unos meses normalmente, menos de dos años en el 99% de los casos)  cuando tus constantes vitales se normalizan no significa que se acabe el amor. ¡Un muchísimo menos!

Comienza después una época de mayor serenidad, mayor satisfacción de necesidades emocionales y psicológicas, y de menos pasión a cambio de una mayor intimidad. Y aquí es donde suelen surgir las dudas… En comparación con un periodo de mayor intensidad, nos creemos desenamorados.

Si te asaltan las dudas date un tiempo para hacer las siguientes reflexiones, no saques conclusiones precipitadas basadas en la máxima de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”.

¿No será que ha llegado el momento de ajustar tus expectativas? Tu pareja no es perfecta ni se ajusta al ideal que en un primer momento proyectaste: es como es, ya la conoces un poquito, con sus debilidades y sus fortalezas, que no son necesariamente aquellas que te llevaron a enamorarte. A esto me refiero con ajustar expectativas: haz un balance de vuestras necesidades y de vuestros deseos, por separado, y analiza de qué manera son compatibles y encajan en un proyecto común, por muy mínimo que sea. Ahora ya puedes basarte en hechos reales y no ver al otro como reflejado en un espejo mejorado e idealizado de sí mismo.

Ya sin mariposas en el estómago y con el cerebro menos nublado: ¿Sigues sintiéndote a gusto con él? ¿Te hace sentir bien? ¿Disfrutas del proceso de conocimiento mutuo? ¿Encajáis el uno en la vida del otro o crees que podéis llegar a hacerlo sin renunciar  a ninguno de los valores que os definen? ¿Estás más cómoda con él que sin él y crees que te complementa de manera positiva en tu desarrollo personal?

Si has respondido a la mayoría de estas preguntas entonces quizá ya no estés enamorado en el sentido estricto de la palabra pero eso no solo no es malo sino que es lo más lógico y adaptativo a lo largo de una sana relación de pareja.

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Ana Villarrubia Mendiola es psicóloga clínica, especialista en Problemas de Conducta y Terapia de Pareja. Dirige desde el año 2012 el Gabinete Psicológico ’Aprende a Escucharte en Madrid.


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